"Contra todo pronóstico", según afirmaba el propio Netanyahu, el partido conservador Likud consigue la victoria electoral ante las ligeras concesiones que planteaba Herzog en la campaña electoral. El clima que se había vivido durante toda la anterior legislatura en el que imperaba una tensión constante entre Netanyahu y los ministros centristas deja al Likud muy cerca del pacto con la extrema derecha (ultra-ortodoxos y derecha nacionalista) de Israel. Por su parte, la Lista Árabe Unida, tercera fuerza (14 escaños) afirma que "van a ser la tercera fuerza y van a evitar un gobierno de derechas en Israel".
El pacto entre Likud, los ultra-ortodoxos y los nacionalistas darían los 61 escaños a la coalición, permitiendo así la formación del gobierno que Netanyahu busca para llevar a cabo su proyecto en el que afirma rotundamente que no se permitiría la construcción del Estado Palestino.
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