El sábado pasado, 21 de Marzo, en Quito se celebró la cuarta marcha de las putas, donde se denuncia las diversas violencias, tanto físicas como psicológicas, que sufre la mujer en Ecuador y no solo en Ecuador.
La marcha de las putas surgió hace cuatro años cuando un policía canadiense aseguró en una conferencia en Toronto que si las mujeres no querían ser violadas, no deberían vestirse como putas. Como siempre la mujer deja de ser victima para ser culpable de la violación porque es más fácil decirle a la víctima lo que no debe hacer, en vez de decirle al hombre: ''No violes''. Una vez más, la cultura de la violación nos dice cómo debemos de vestir y qué debemos hacer.
Desde, entonces, en diversos países se celebran estas marchas buscando reapropiarse de la palabra ''puta'' y luchar contra la violencia patriarcal.
A estas reivindicaciones, en Ecuador, se sumó la crítica al plan familiar ecuatoriano, que niega la libertad sexual de la mujer y establece un único tipo de familia, tradicional basado en los ideales cristianos. Rafael Correa un presidente que destaca por sus políticas económicas de izquierdas, se olvida, una vez más, de las mujeres y de los derechos LGTB+:
"No estoy de acuerdo con la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, porque creo que la naturaleza algo de razón debe tener y que los niños deben estar en la familia tradicional''
No hay que olvidar que en Ecuador el aborto solo es legal en dos supuestos: si la mujer es violada y neurodivergente o si la vida de la madre corre peligro. Aprobada el 28 de Enero de este mismo año no satisface las necesidades de las mujeres y los colectivos ecuatorianos que han reivindicado una ley de la aborto que, al menos, cubra el aborto en todos los casos de violación. Pero no se quedarán ahí y seguirán luchando por un aborto seguro, universal y en cualquier supuesto.
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