inestabilidad, un preludio de su inminente descomposición y reconversión en lo que hoy es la Turquía moderna. Por entonces los armenios constituyen en Anatolia una importante minoría de confesión cristiana, una pieza destacada de un rompecabezas multiétnico donde también debemos situar a kurdos, asirios, griegos pónticos y otros grupos; no olvidemos que se trata de comunidades que se establecieron en la península muchos siglos antes que los turcos. Oprimidos por latifundistas y funcionarios, acosados por ciertas tribus kurdas y discriminados en muchas ciudades, su situación empeora cuando son señalados como obstáculo para la construcción del Estado-nación homogéneo y centralizado que muchos turcos empiezan a contemplar ante el inminente derrumbe imperial. No es de extrañar: más allá de la diferencia étnica, debemos tener en cuenta el choque religioso (los turcos son mayoritariamente musulmanes), la amenaza que suponía el hecho diferencial armenio para la integridad territorial del Imperio y las simpatías que, según decían, despertaba su causa en la Rusia zarista, uno de los principales enemigos geopolíticos de los otomanos. Ante esta complicada coyuntura, el amanecer nacional armenio no se hará esperar. Y se manifestará a través de diversas organizaciones que jugarán un rol destacado en la historia de este sufrido pueblo.
El primer síntoma: Armenagán
A medida que la represión otomana se
recrudece, la conciencia de las clases populares armenias aumenta y se dan las
condiciones óptimas para estructurar núcleos de resistencia política, cultural,
social y armada. El pionero es el Armenagán,
fundada por un grupo de estudiantes de la ciudad de Van en el año 1885. Estos
jóvenes están inspirados por su antiguo profesor Mgrditch Portugalian, intelectual exiliado en Marsella a causa de su
oposición al Imperio otomano; de hecho, toman el nombre del grupo del periódico
que su mentor ha fundado en su nuevo hogar francés. Los integrantes del
Armenagán rechazan la estructura tradicional del partido político y no
presentan un programa concreto, pues su principal objetivo es la preparación de
la población para un eventual enfrentamiento armado con sus enemigos; es por
ello que constantemente importan armas desde el extranjero, organizan grupos de
resistencia para defenderse de las razias kurdas y planifican un gran
levantamiento popular. Años más tarde, una parte significativa de la militancia
evolucionará hacia posiciones más moderadas, integrándose en el Partido
Constitucional en 1908, uno de los elementos constitutivos del Partido
Democrático Liberal Armenio surgido en 1921.
Los “hunchakians”: agitación cultural y lucha
armada
Otro nombre a tomar en consideración
es el Partido Social Demócrata
Hunchakian, más conocido como Henchak,
que sí podemos considerar como la primera organización política armenia: cuenta
con una clara estructura nacional e internacional y con un programa bien
definido. Nace en la ciudad suiza de Ginebra en 1887, fundado por un grupo de
estudiantes marxistas procedentes de la Armenia rusa: se trata de Avetis Nazarbekian, Mariam Vardanian, Gevorg Gharadjian, Ruben
Khan-Azat, Cristopher Ohanian, Gabriel Kafian y Manuel Manuelian. Sus contactos con Friedrich Engels y Gueorgui
Plejánov –debemos tener en cuenta que Vardanian había colaborado estrechamente
con revolucionarios rusos en San Petersburgo– resultan determinantes para unir
la defensa de las clases subalternas armenias con los planteamientos del nacionalismo
armenio, que se concreta en la lucha por el establecimiento de una Armenia
independiente dentro del orden socialista mundial que persigue el marxismo. Su
eslogan lo dice todo: “Aquellos que no pueden
lograr la libertad a través de la lucha armada revolucionaria son indignos de
mercerla”.
El papel del Henchak es clave durante
las primeras décadas del despertar armenio. Su militancia arriga en otros países europeos además de Suiza, en
América, en el Cáucaso y, finalmente, en la misma Armenia ocupada. Uno de
sus principales caballos de batalla en todos estos es la educación de las masas, motivo por el cual otorgan un papel muy
importante a los intelectuales. Así, entre algunos de los nombres que apoyan su
causa podemos citar el del poeta Hovhannes
Tumanyan, el del periodista Aram
Andonian –que sufrió severamente la censura otomana e incluso llegó a ser deportado–
o el del escritor, historiador y lingüista Ghazaros
Aghayan. También llevan a cabo una intensa difusión de las ideas marxistas
a través de publicaciones como Gaghapar, que comienza a editarse en
Londres y en París en 1894 y que incluye
una versión en armenio de El Manifiesto
Comunista, traducido por Avetis Nazarbekian y Mariam Vardanian. Otro de
sus logros a nivel cultural y lingüístico es la frontal oposición a las
agresivas políticas de rusificación defendidas por el gobernador zarista del
Cáucaso, Viceroy Galitzin.
Más allá de la batalla cultural, y
siguiendo el lema del partido citado anteriormente, los dirigentes hunchakians
apuestan por tomar las armas para combatir al opresor. Esta praxis se refleja
en la rebelión de Sassoun de 1894:
en esta región oriental el partido, mediante la dirección de Mihran Damadian,
Hampartsoum Boyadjian y Hrayr Dzhoghk, propicia y lidera una feroz resistencia
ante el acoso de las fuerzas imperiales e irregulares kurdos que, sirviendo los
intereses otomanos, llevaban años hostigando a la población armenia. La
rebelión termina de manera trágica, siendo uno de los episodios precursores de
las masacres hamidianas –llamadas
así porque fueron impulsadas por el sultán Abdul Hamid II– que preludiaron el
gran genocidio iniciado en 1915. Aunque los vencedores otomanos prometen
clemencia a los armenios que deponen las armas, esta nunca les será concedida y
tendrá lugar un verdadero baño de sangre que llega a ser investigado por
representantes diplomáticos británicos, franceses y rusos. Más éxito tendrá la
actuación hunchakian en el establecimiento de la Primera República de Armenia en 1918, defendiendo Ereván del
Ejército Islámico del Cáucaso, unidad militar otomana.
La Federación Revolucionaria Armenia
A finales del siglo XIX, la ciudad georgiana de Tiflis –por entonces
parte de Rusia– se convierte en el epicentro propagandístico de algunos grupos
que claman por la ejecución de reformas en el Imperio otomano y el
reconocimiento de derechos para la numerosa población armenia que en él habita.
Estas reivindicaciones experimentan un salto cualitativo en 1890, cuando
Kristaphor Mikaelian, Stepan Zorian “Rostom” y Simon Zavarian crean un nuevo
partido político llamado Federación de
Revolucionarios Armenios. El hecho de tratarse de una organización de inspiración
socialista atrae al Henchak, cuyos militantes colaboran estrechamente con la
nueva formación; pese a ello, no tardarán en abandonarlo, quejándose de la
falta de principios marxistas en el partido. En 1892 el grupo pasa a llamarse
Federación Revolucionaria Armenia –más conocida como Dashnaktsutiun–, adopta una estructura descentralizada y centra sus
demandas en un eje democrático básico: libertad
de religión, de expresión y de reunión, además de la defensa de una más que
necesaria reforma agraria. A nivel territorial, su inicial autonomismo
acaba derivando en la reclamación de un Estado propio, objetivo sintetizado en
su eslogan: “Una Armenia libre,
independiente y unida”.
Una de las actividades más
significativas de los dashnaks es la creación de los fedayín, unidades militares
que nacen para defender los poblados armenios de las fuerzas otomanas y del
pillaje de las tribus kurdas durante las peores épocas de las masacres
hamidianas. Una de sus primeras actuaciones, de hecho, tiene lugar en la ya
comentada rebelión de Sassoun, ayudando a los hunchakians y a la población del
lugar a organizar la resistencia. También apoyan activamente al Armenagán y al
Henchak en la defensa de la ciudad de
Van de 1896, cuando este núcleo se ve acosado por tropas otomanas que
buscan el exterminio de la población armenia. Sin embargo, una de sus acciones
más célebres es la ocupación del Banco
Otomano en Constantinopla, el día 26 de agosto de 1896. La operación incluye
el uso de granadas y dinamita y es dirigida por los líderes nacionalistas Papken Siuni y Armen Garo, el cual acabaría siendo el primer embajador de la
Armenia libre en los Estados Unidos. Siuni, junto con ocho asaltantes más, es
abatido durante el ataque inicial, pero la ocupación –que se alarga durante 14
horas– del que por entonces era un importantísimo centro financiero del Imperio
consigue un impacto mediático contundente, logrando amplias muestras de apoyo
en la prensa europea y simpatías en las esferas diplomáticas de los Estados
Unidos, si bien ningún país movió un dedo para impedir los pogromos que llevaron
a cabo los otomanos contra la comunidad armenia de la ciudad: hasta 6.000 muertos en una clara muestra de
sangrienta venganza.
Otra actuación memorable que contó con
la implicación de la Federación Revolucionaria Armenia: la expedición de Khanasor, que tuvo lugar a finales del mes de julio
de 1897. Es una operación militar que los fedayín, con el apoyo del Henchak y
del Armenagán, llevan a cabo contra la tribu kurda de los Mazrik, localizada en
la llanura de Khanasor, como castigo por su activa colaboración con las fuerzas
otomanas durante las masacres hamidianas. Todos los hombres de la tribu son
masacrados, a excepción de Sharaf Beg, su líder, que huye ataviado con ropa de
mujer (los armenios perdonan la vida a mujeres y a niños). Pese a que esta victoria
lograda por 250 armenios armados no supone mucho ante el cúmulo de atrocidades
perpetradas por los turcos otomanos y sus secuaces, representa un punto de
inflexión positivo en la capacidad de autodefensa de este pueblo y se convierte
en todo un símbolo.
Finalmente, deben ser citados dos
hechos más en relación con la Federación Revolucionaria Armenia: el alzamiento de Sassoun de marzo de 1904,
que cuenta con la participación de figuras heroicas como el guerrillero Kevork Chavush, una verdadera pesadilla
para los otomanos en el terreno militar, y el intento de asesinato del sultán genocida Abdul Hamid II en
Constantinopla. Uno de los fundadores del Dashnaktsutiun, Kristaphor
Mikaelian, fallece manipulando explosivos durante la preparación del atentado.
La Federación Revolucionaria Armenia
también tuvo un papel destacado durante la resistencia contra el genocidio, a
lo largo de toda la Primera Guerra Mundial y en la consecución de la Armenia
independiente, al igual que las otras organizaciones citadas. Sus distintas
actuaciones y aportaciones ideológicas en esas etapas son merecedoras de otro
artículo extenso y de mucha profundidad, pero lo que nos debe quedar claro es
que el movimiento de liberación nacional
armenio, vehiculado por estos grupos y sus simpatizantes, no surge de la nada:
es fruto de unas circunstancias políticas concretas, que a la vez ahondan sus
raíces en un problema histórico como lo es el de la gestión naturaleza
multiétnica del Imperio otomano. Esa cuestión es ahora la cuestión de la
pluralidad interna del Estado turco moderno, siendo reemplazados los armenios
por otro actor parecido en términos de complejidad y lucha: los kurdos.
Colaboración de Jordi Peralta Mulet.
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