Foto del Caudillo entubado, a punto de morir en el Hospital de La Paz,
tomada por su yerno, el Marqués de Villaverde.
"Españoles, Franco, ha muerto", así comenzaba el comunicado que dio el presidente del gobierno Carlos Arias Navarro (futuro militante de Alianza Popular), en TVE el 20 de noviembre de 1975.
Franco había muerto, finalizaba de esa manera un periodo de treinta y seis años de dictadura, represión y persecución política amparados por los Estados Unidos durante la Guerra Fría, que dejaron en el Estado Español cientos de miles de personas enterradas en cunetas, miles de exiliadxs y presxs políticxs, y miles de personas que emigraron al extranjero debido al paro y la precaria situación del estado; tras una guerra civil de tres años tras un golpe de estado, apoyado por la Alemania Nazi, la Italia Fascista y la Portugal del "Estado Novo", contra el gobierno democrático de la II República. Unos crímenes que, a día de hoy, siguen impunes, sin haber sidos juzgados por ningún tribunal.
Franco designó como su heredero a su amigo, el que sería el rey Juan Carlos I, a quien consideraba como su nieto, quien a su vez designaría presidente del gobierno al año siguiente, tras la dimisión de Arias Navarro, a Adolfo Suárez, el hombre que se encargó de legalizar todos los partidos ilegalizados por el Régimen Franquista y de implantar un régimen pluripartidista en el Estado Español; firmando la legalización de partidos como el PSOE de Felipe González o el PCE de Santiago Carrillo, a cambio de la impunidad de los crímenes cometidos por los jerarcas del Régimen {entre ellos el propio Suárez, Blas Piñar (fundador del grupo ultraderechista Fuerza Nueva), o Manuel Fraga, fundador de Alianza Popular (antecesora del PP)} y a cambio de que todos los patrones y oligarcas que se hicieron poderosos y millonarios durante la Dictadura {como GOA (predecesora de Zara), el Banco Santander, el Corte Inglés, o la Casa del Ducado de Alba} no perdieran ni un ápice de poder.
Y treinta y nueve años después; cientos de miles de muertos siguen enterrados en cunetas; los crímenes de la dictadura siguen impunes, siendo rechazadas todas las peticiones de extradición del extranjero para juzgarlos, penalizando todos los intentos procedentes del interior del Estado Español de juzgar esos crímenes y con el estado ignorando de continuo las peticiones de los familiares de esas víctimas; todas las estructuras estatales y judiciales creadas por la dictadura siguen siendo utilizadas hoy en día, pero con un nombre distinto; y todos los oligarcas que se enriquecieron gracias a la dictadura siguen siendo aún las personas más ricas y poderosas del estado.
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