Dolores Ibarruri, más conocida como La Pasionaria, es sin duda un símbolo dentro del movimiento comunista español destacando como política durante la Segunda República y la Guerra civil. Nos dejó hace hoy veinticinco años tras una larga vida de insumisión y lucha que desde La Oveja Roja hoy recordamos.
Dolores nació en 1895 en Gallarta, Vizcaya. Se crío en el seno de una familia minera y la pobreza de su familia la hizo verse obligada a abandonar su sueño de ser maestra.
Pese a mantenerse siempre como una mujer católica influida por su marido socialista y maravillada por el triunfo de la Revolución Bolchevique comenzó a formarse en la doctrina marxista. En 1918 utilizó por primera vez el seudónimo Pasionaria firmando así un artículo en la presa obrera vizcaína.
Participó en el nacimiento del Partido Comunista de España (PCE) en 1920, y desde el principio ocupó altos cargos en él siendo en 1930 elegida miembro del Comité Central. En 1931 divorciada y con solo dos de sus seis hijos vivos se muda a Madrid donde será redactora del diario El Mundo Obrero y responsable de la Comisión Femenina del Partido. Durante esta época es detenida en varias ocasiones por sus discursos revolucionarios, que en más de una ocasión incitaban a la lucha armada, y por su participación en manifestaciones que acababan siendo disturbios.
Poco después de convertirse en diputada por Asturias estalla la Guerra Civil Española, en la que La Pasionaria jugará un papel importantísimo con sus veraces discursos y visitas al frente convirtiéndose en un verdadero símbolo de lucha y resistencia.
Por tu voz habla España la de las cordilleras
la de los brazos pobres y explotados,
crecen los héroes llenos de palmeras
y mueren saludándote pilotos y soldados.
-Miguel Hernández a Dolores Ibarruri
En 1937 se convierte en vicepresidenta de las
Cortes y lucha por defender a los católicos y el
orden institucional. Además, colabora con el traslado de un sinnúmero de
españoles a la Unión Soviética, e incluso ella misma se traslada al bloque
comunista, donde es exiliada debido a la existencia del fascismo
en España.
Al morir Díaz en 1942, le sustituye como
secretaria general del PCE, cargo del que sería desplazada por Santiago
Carrillo en 1960; aunque se mantuvo en el cargo honorífico de presidenta del
Partido.
Muerto Franco y legalizado el PCE vuelve a
España, es elegida de nuevo diputada por
Asturias (1977). Incluso entonces permaneció aferrada a los ideales del
comunismo prosoviético, que apenas tenían ya eco ni en la sociedad española ni
en el PCE. Fue su papel como diputada más simbólico que otra cosa y por
problemas de salud abandonó pronto su escaño.
La Pasionaria nunca abandonó su actividad y
murió el 12 de Noviembre de 1989, irónicamente muy poco después de la caída del
Muro de Berlín, a la edad de noventa y cuatro años y en su ciudad natal.
Aún veinticinco años después
de su muerte La Pasionaria sigue siendo recordada como figura clave del
antifascismo español. Resulta admirable como Dolores no acató las normas que la
sociedad imponía a las mujeres de la época y como pese a su condición social y
a su género sus ganas de luchar, la claridad de sus ideas y su constante
insumisión la concedieron un papel tan relevante dentro de la historia
española.
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