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Abuela de la Plaza de Mayo en la miseria

manifestación de las Abuelas de la Plaza de Mayo.
manifestación de las Abuelas de la Plaza de Mayo.


Matilde Artés Company, reconocida a nivel internacional por su lucha a favor de los derechos humanos, se queda sin pensión ni medicamentos. Su nieta pide auxilio al Ejecutivo argentino.

BILBAO.- La vida nunca ha sido fácil para Sacha, la madre y abuela coraje. En los años setenta, el terrorismo de Estado que imperaba en América Latina se llevó a su hija y su yerno. Primer golpe. El segundo vendría de manera simultánea, con el secuestro y robo de Carla, su nieta de apenas 10 meses. Buscó, removió cielo y tierra. Bajó a los infiernos, hasta que logró rescatarla. Juntas huyeron a España, donde construyeron lo que la dictadura había querido romper. Sin embargo, aún faltaba un nuevo mazazo, esta vez con el sello de España: a sus 82 años, con el corazón visiblemente afectado por un infarto, el gobierno de Rajoy le ha dejado sin pensión.

“Mi abuela ya no tiene fuerzas para hablar con nadie. Pregúntame a mí: hablaré por su boca”, dice Carla Rutilo Artés desde Buenos Aires, ciudad a la que se trasladó hace algunos años. En cambio, Sacha jamás volvió a aquel país. Aunque sea entre rejas, allí viven aún los fantasmas del pasado. Uno de ellos, quizás el más terrible, se llama Eduardo Alfredo Ruffo, el agente de Inteligencia que torturó salvajemente a su hija Graciela Rutilo Artés, una de las 30 mil personas desaparecidas por la dictadura de Videla. No satisfecho, Ruffo se quedó con Carla. Madre e hija habían sido secuestradas en Oruro (Bolivia) y trasladadas a Argentina en el marco de la Operación Cóndor, nombre dado a la coordinación represiva entre los regímenes militares de aquel continente. Corría abril de 1976 y el sur de América se parecía demasiado a una película de horror.

Sacha, por entonces una actriz que había recorrido varios escenarios, no tuvo otra alternativa que atarse el pañuelo blanco a la cabeza y salir a la calle. Se dejó ver en manifestaciones, portando la foto de su nieta. También pisó distinguidos despachos en diferentes países. Incluso llegó a ser recibida por el Rey Juan Carlos durante la visita del monarca a Argentina en 1985. Reyes o plebeyos, a todos sus interlocutores les pedía lo mismo: había que hacer algo para tratar de salvar a su nieta.
Al igual que en otros tantos casos, la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo tuvo resultados. El ansiado reencuentro se produjo en un juzgado de Buenos Aires en septiembre de 1985. Coincidiendo con la llegada de la primavera argentina, Carla abandonó el infierno en el que Ruffo había convertido su vida: según relató la propia joven,el agente de Inteligencia la sometía a terribles abusos y palizas. Hoy Ruffo está en una cárcel de Buenos Aires, pagando por sus crímenes. Sin embargo, la historia de Sacha sigue bastante lejos del final feliz.
“Mi abuela estaba cobrando una pensión no contributiva de 375 euros. Al mismo tiempo, recibía 500 euros de un amigo que vivía en su piso de Madrid, ya que actualmente está instalada en Mallorca. Con ese dinero pagaba un alquiler de 450 euros y cubría sus gastos básicos”, explica Carla. “Sin embargo –continúa-, la administración central le ha retirado la pensión, al considerar que no puede recibir ese dinero si está cobrando por el alquiler de la vivienda”.
A raíz de la resolución de Hacienda, Sacha sólo cobra 500 euros al mes, con los que tiene que cubrir la renta de 450 euros mensuales de Mallorca y comprar medicamentos para su corazón maltrecho. Para colmo de males, Hacienda le reclama los últimos meses de pensión, alegando que no le correspondían. “Ayer hablé con ella. Está destruida”, comenta Carla.
Ante esa situación, la mítica “abuela coraje” ha dirigido una carta a la presidenta argentina, Cristina Kirchner, para explicarle la grave situación que atraviesa. La mandataria sabe muy bien de quién se trata: hace unos meses, el gobierno argentino le hizo llegar el “Premio Bicentenario de la Revolución de Mayo a los Derechos Humanos”, con su nombre y sus apellidos grabados. “Hoy con los cabellos encanecidos, con la rudeza que los años de sufrimiento quebrantaron mi salud, puedo decirle que los enemigos de los Derechos Humanos no pudieron romper mi Dignidad y que es Usted mi admirada señora la que la enaltece con su reconocimiento”, expresa Sacha en su carta.
Un párrafo después, esta mujer solicita la ayuda del gobierno de Kirchner. “Mi abuela nunca cobró ningún tipo de reparación como víctima del terrorismo de estado”, explica Carla. “Si ahora lo hago –precisa Sacha en su nota- es porque mi situación económica raya en la pobreza más humillante y porque no es triste ser pobre, sino empobrecer”. Desde Buenos Aires, su nieta confía en que Kirchner tome medidas al respecto. “Se supone que hay derechos que ya tiene adquiridos por ser argentina y por ser una Abuela de Plaza de Mayo”, señala. De momento, la veterana activista por los derechos humanos sobrevive con unos 50 euros al mes. ¿Culpables? Su nieta lo tiene claro: “el gobierno de Rajoy, que deja que su pueblo se muera de hambre”.

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