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Hugo es ahora Sara

Dos niños y una niña, camino del colegio./ EFE
Niños yendo al colegio en Madrid.


Sara es la primera menor transexual en Galicia que ha conseguido la autorización judicial para cambiar su nombre. Mientras, la actual Ley de Identidad de Género sigue sin contar con este colectivo.

GALICIA.- Cristina Palacios dió a luz a un niño, Hugo. Pero cuando Hugo comenzó a ser consciente de su identidad sexual (hacia los 2 ó 3 años), no veía un niño al mirarse en el espejo. Y le quitaba a su madre los zapatos y se ponía la toalla en la cabeza simulando tener una larga melena. Era una niña. Lo es. Ahora tiene 9 años, y lo más importante -lo único importante-, es que es feliz. Se llama Sara. Oficialmente desde el pasado 18 de marzo, cuando se publicó el auto favorable para el cambio en su partida de nacimiento. Sara ha sido la primera niña transexual de Galicia en conseguir esta autorización judicial. Y la 12º en España.

“Cada vez que públicamente se ve obligada a identificarse con el sexo con el que no se identifica, se vulnera su intimidad. Tiene derecho a que su documentación refleje su sexo sentido”. Nos lo cuenta Cristina, su madre, y presidenta de Chrysallis Galicia, asociación de menores transexuales, formada el pasado mes de febrero y que ya cuenta con 8 familias gallegas asociadas y dos adultos transexuales afiliados. Hoy son una pequeña gran familia dentro de la asociación estatal Chrysallis, con alrededor de 150 socios.
Sara comenzó el pasado verano lo que se conoce como “tránsito social”: salir a la calle, ir al colegio o al parque como lo que es, una niña. “Leí una entrevista en la que se hablaba del tránsito social de otra menor, y se lo conté a Sara. Nos íbamos de vacaciones y ella misma decidió empezar ese viaje como una niña: se vistió como tal y eligió Sara como nombre”, cuenta Cristina. A la vuelta, toda la ropa de Hugo fue a la basura. Y comenzaron a explicárselo a familiares, amigos y vecinos. Y también en el colegio, donde ahora Sara, como todas las niñas, va al aseo femenino, se pone en las filas de niñas cuando toca y es llamada por su nombre como el resto del alumnado.
El de Sara puede considerarse un caso feliz. Sin embargo, datos como el alto porcentaje de suicidio entre menores transexuales -cuatro de cada diez menores no llegan a los veinte años, comenta la presidenta de Chrysallis Galicia- reflejan el largo camino que queda por recorrer. “Los transexuales de la generación anterior a mi hija sufrieron muchísimo, y hay verdaderos dramas detrás de ellos, con familias que incluso, sin ser ellas conscientes, han empujado a los menores a hacer cosas
terribles”. La realidad silenciada que muchos niños transexuales viven. Un tema tabú que sigue costando destapar.

Cristina señala que “los padres deben dejar que el menor transexual se exprese con total libertad, y acudir a un sexólogo. Con la transexualidad se nace, no va a desaparecer, ni tampoco un profesional va a conseguir esconderla”. Y sobre este alto grado de desconocimiento, Penélope Alonso Vázquez, sexóloga de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS) recalca que “incluso en el ámbito sanitario no hay formación específica en sexología y sexualidad. Todo ello hace que nos encontremos con procesos penosos y dolorosos de transexuales que se ven psiquiatrizados sin necesidad. También es una paradoja que los estamentos jurídicos, quienes al final deciden la suerte de las personas transexuales, sean los que más desconocen el proceso de sexuación”. Por este motivo -continúa- “el papel del sexólogo es el de acompañar y apoyar al menor y a la familia, explicando los entresijos del proceso de sexuación por el que nos construimos como hombres y como mujeres dentro de una variabilidad inmensa, incluyendo a aquellas personas que se identifican como mujeres con pene y hombres con vulva. La identidad sexual no está en los genitales, está en el cerebro”, puntualiza.
La historia de Sara no es única. Daniela, una niña madrileña que este año cumple nueve, ha vivido una realidad similar. Durante un tiempo fue Daniel, pero se dibujaba como una niña, como lo que era, y sus padres aprendieron así que era la transexualidad. “Desconocía este concepto hasta que Daniela nos dio esta lección de vida”, comenta su madre, África Pastor. Hoy también es una niña feliz, que además ha sido el origen del nacimiento de la Fundación Daniela, dedicada a asesorar, escuchar y arropar a menores transexuales, así como a formar a profesionales en esta materia, tanto en hospitales como en centros educativos, con el objetivo de que los menores transexuales cuenten con ese apoyo especializado que tanto falta.
Los padres de Daniela, Javier y África, pusieron en marcha hace menos de un año esta institución que hoy cuenta con más de una docena de profesionales en materia de sanidad y educación dispuestos a asesorar, desarrollar programas de capacitación o estudios, así como a resolver dudas y atender consultas médicas. “Esta fundación es el granito de arena para colaborar en la visibilización y
normalización de esta realidad. No queremos que otros niños transexuales pasen solos o incomprendidos su infancia y adolescencia”, cuenta Africa.
África Pastor, hoy vicepresidenta de la Fundación, escribió El libro de Daniela para contar su experiencia y “ante la gran necesidad que tienen los menores de ser escuchados y de que se les acepten por lo que son, dimos el paso de crear una fundación”. Ejemplo de este esfuerzo son las I Jornadas sobre niños y adolescentes Trans* que la Fundación ha celebrado para dar a conocer los primeros pasos de la institución, que en estos primeros meses ha llevado a cabo acciones de formación en colegios y hospitales, así como encuentros “muy emocionantes con las familias, que ayudan muchísimo a los menores ya que se relacionan con personas que viven su misma experiencia”.
Y en esa lucha por acabar con esta desigualdad, estas asociaciones buscan visibilizar esta realidad, en busca de respuestas justas para el colectivo. Por ello, la presidenta de Chrysallis Galicia, Cristina Palacios, se reunió hace unos días con los representantes de educación, sanidad y servicios sociales de los diferentes grupos parlamentarios gallegos. En materia de sanidad, desde Chrysallis, pero también desde la Fundación Daniela, reclaman, en primer lugar, el acceso a los bloqueadores hormonales, un tratamiento que se administra al principio de la pubertad para frenar el desarrollo del menor. Un tratamiento básico que “en el caso de la Comunidad de Madrid está prohibido. En las Unidades de Trastornos de Identidad de Género (UTIG) de la sanidad pública madrileña básicamente se dedican a la contención emocional, y no es la solución. Debería cambiarse el nombre de estas unidades porque no conozco ningún menor transexual que tenga un trastorno, bastaría con denominarse Unidades de Género. Y a partir de ahí necesitaríamos poner en marcha protocolos para acceder al tratamiento de los bloqueadores hormonales, sin necesidad de tener que acudir a la sanidad privada, sobre todo, porque hay casos en los que las familias no pueden permitírselo. El dolor que causa el desarrollo del cuerpo cuando no te identificas con él es enorme”, recalca África Pastor.
No es el caso de María, una menor de 14 años, que es hoy la única menor transexual de Galicia con acceso a los bloqueadores. Su tránsito social se produjo hace dos años y lleva desde septiembre con el tratamiento, “pero lo ideal es que empezara ya con las hormonas. Lamentablemente, la ley obliga a estar dos años
con bloqueadores, por si cambia de opinión, dicen. Como si la transexualidad tuviera relación con tener una u otra opinión”, se lamenta Soledad Fernández, su madre, en un encuentro con Público. Un caso único en Galicia gracias “a la buena voluntad de la endocrina que investigó el protocolo establecido en Andalucía -porque en Galicia aún no hay- y pidió autorización para que pudiera acceder a los bloqueadores”. María, de mayor, quiere ser diseñadora de moda, un mundo que le apasiona y que se nota con sólo mirarla. Para el encuentro ha elegido una falda de tul, color morado. Ahora están a la espera de otra autorización, el permiso judicial para el cambio de nombre, solicitado hace un par de semanas.
A esta demanda sanitaria básica, el acceso a los bloqueadores, se suman las acciones necesarias en materia educativa. “Si desde el colegio se explica esta realidad y se muestra como tal, los niños lo asumen como lo que es, algo natural. Es necesario que contemos con un profesorado formado en esta materia y que el currículo académico incluya información veraz, de modo que los menores transexuales se vean reflejados, y se hable en los libros de la diversidad sexualmás allá del hombre y mujer que explican hoy en día”, afirma Cristina Palacios. Mientras, desde la Fundación Daniela, su vicepresidenta expone que “en materia educativa sigue sin hacerse nada en la Comunidad de Madrid porque hay muchos prejuicios. Pedimos hace un año una guía a la consejería de asuntos sociales, pero aún no se ha publicado. Mientras tanto, desde la fundación ya hemos acudido a más de 20 centros educativos para dar charlas y formación.”
“...con la finalidad de garantizar el libre desarrollo de la personalidad y la dignidad de las personas cuya identidad de género no se corresponde con el sexo con el que inicialmente fueron inscritas…” Así clama la Ley 3/2007 de Identidad de Género, que el pasado 15 de marzo cumplía 8 años y que se olvida de los más pequeños.
Por ello, no sólo desde Chrysallis, también desde la Federación Española de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), se reclama la necesidad de actualizar una ley que, si bien supuso un avance en los derechos de este colectivo, hoy es insuficiente. “Para alcanzar la igualdad es necesaria una Ley Integral de Transexualidad a nivel estatal que mejore la actual Ley integrando a menores y a personas inmigrantes y que haga un tratamiento no patologizante de la transexualidad, que en la ley actual sigue abordándose como si fuera una enfermedad. Además es necesario que la cobertura del proceso transexualizador sea asumida por la cartera de prestaciones comunes de la Seguridad Social para que todas las personas transexuales, vivan donde vivan, tengan acceso por igual a los tratamientos médicos que necesiten para su libre desarrollo en sociedad”, insiste Mané Fernández, co portavoz y responsable de transexualidad de la FELGTB
Cristina Palacios señala la legislación andaluza como ejemplo a seguir, una ley que, no sólo tiene en cuenta a los menores, sino que además es la primera norma autonómica en despatologizar la transexualidad y en reconocer la libre autodeterminación de género. Frente a esto, la ley aprobada el pasado año por la Xunta de Galicia, que sigue sin mencionar a los menores, queda descafeinada. “Hace un año de esta ley pero todavía no se ha puesto nada en práctica. Hay que desarrollar ya decretos para que lo que hay sobre el papel se ponga en marcha”, reclama Cristina. Peor es aún en la Comunidad de Madrid. “donde los prejuicios morales han impedido la puesta en marcha de una ley integral de transexualidad, rechazada el pasado año por el PP. Necesitamos que todos los partidos políticos se unan, no es una cuestión de ser “progre”, como muchos tristemente piensan, es una cuestión de justicia”.
Y mientras esto llega, Sara pregunta feliz si, ahora que ha cambiado su partida de nacimiento, cuenta con otro cumpleaños más que celebrar. Su madre se ríe, feliz, por haber avanzado un paso más. Hay veces que lo (que parece) imposible, sólo tarda un poco más en llegar. Y en ello están, en la lucha para que la igualdad social, sea asi, igual para todos.

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